Regrese a lo que llaman normalidad o una nueva normalidad, y la verdad es que se siente de todo, menos normal.
Sentimientos encontrados que luchan entre el recuerdo de lo que fue y la aceptación de lo que es y ya no debe ser.
Sí, en un primer momento empieza la nostalgia, finalmente recordamos como fue ese último día que fuimos a trabajar, los rostros de los compañeros de trabajo, muchos de los cuáles ya no están, recorremos los pasillos de los edificios, buscando encontrar en ellos los recuerdos de todos los buenos momentos que vivimos en la oficina, para darnos cuenta que, aunque regresemos esos tiempos no regresaran.
No se si tu hayas sentido lo mismo, pero fue como tratar de volver a ponerte unos jeans que te encantaban y que después de año y medio de no usarlos te das cuenta que ya no te ajustan bien.
La realidad, es que el tiempo de cuarentena, nos cambio y nos enseñó que existe otra forma de vivir, una que no tiene horarios rígidos y que te permite una mayor convivencia y no sólo hablo de la convivencia con tu familia sino contigo mismo, que te permite mayor introspección y mayor crecimiento personal.
Por eso, volver a tratar de calzar mi vida en esta rutina, no ha sido fácil, pareciera más bien que cada vez que lo intento un grito se rebela en mi interior, diciéndome que esto, no funciona.
Y es que no somos las mismas personas que hace año y medio encerraron con miedo en sus casas, nos guste o no nos guste, tuvimos que atravesar en este tiempo diversas experiencias, algunas que se convirtieron en perdidas y otras en ganancias, por eso el querer que todo regrese a la normalidad, es como no querer cerrar los ojos a la realidad y ver que las cosas han cambiado, que ya no anhelamos las mismas cosas, porque hemos conocido otras y que como seres humanos también hemos evolucionado, que ahora las estructuras rígidas nos pesan, tanto como los edificios en los que nos encierran y en los que nos obligan a permanecer.
Creo que si algo aprendimos de esta denominada pandemia, es que somos mas fuertes de lo que creemos, más magníficos que los que nos dijeron y que podemos reinventarnos en cualquier momento, siendo lo que realmente anhelamos ser y que, nosotros no somos los que nos debemos adaptar a las viejas estructuras, sino que las estructuras tienen que cambiar, porque si la única constante es el cambio, porque creemos que sistemas que se crearon hace siglos tales como la educación prusiana, sí esa que obliga a los niños a ir a las escuelas, o los sistemas de trabajo de la revolución industrial con jornadas de 8 horas o la religión basada en iglesias, tienen que seguir funcionando.
Mi apuesta no es volver a la normalidad, ni a una nueva normalidad, porque creo que esa normalidad ya ha probado que no funciona y que en este siglo debemos buscar nuevas maneras de vivir, crear algo diferente que responda más a los nuevos seres humanos que somos, y empezar a co crear el nuevo mundo en el que realmente queremos vivir.
Tal vez suene revolucionario, pero en la palabra revolución, se encuentra el germen de la evolución. Con amor DI
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